Novelas, Reseñas

Relectura: ‘Nada’ de Carmen Laforet

Como muchos de vosotros ya sabréis, la lectura del pasado mes de marzo elegida por el Club Pickwick fue Nada, de Carmen Laforet. Yo me debatía en mi fuero interno entre releer este clásico de la literatura española de postguerra que me dejó bastante indiferente en el instituto o descubrir a la digna finalista de la votación del mes, Tea Rooms, de Luisa Carnés, una obra bastante desconocida publicada antes de la guerra y de la que desaparecieron todos sus ejemplares durante el Franquismo hasta el año pasado, que fue reeditada por Hoja de lata. Finalmente opté por la relectura, ya que en Nubosidad variable se habla de la protagonista, Andrea, y realmente me apetecía darle una segunda oportunidad… Aun así, mis conclusiones han sido bastante similares a las de mi primera lectura.

Unos seres nacen para vivir, otros para trabajar, otros para mirar la vida. Yo tenía un pequeño y ruin papel de espectadora. Imposible salirme de él. Imposible libertarme.

FICHA TÉCNICA

Nada
Carmen Laforet
Barcelona: Ediciones Destino, 1999.
Col. Destinolibro, 27.
Formato: Tapa blanda.
276 páginas.
ISBN: 978-84-233-0989-4.

Sinopsis: «Andrea llega a Barcelona para estudiar Letras. Sus ilusiones chocan, inmediatamente, con el ambiente de tensión y emociones violentas que reina en casa de su abuela. Andrea relata el contraste entre este sórdido microcosmos familiar -poblado de seres extraños y pasionales- y la frágil cordialidad de sus relaciones universitarias, centradas en la bella y luminosa Ena. Finalmente los dos mundos convergen en un diálogo dramático.»

COMENTARIO

Primera edición de ‘Nada’, premio Nadal de 1944

Es curioso, lo que más nítidamente recuerdo al acabar la novela Nada de Carmen Laforet como lectura obligatoria del instituto fue mi comentario interior de “tanto rollo para NADA”. Y no soy la única a la que le quedó esa impresión, lo sé bien. La cuestión es que mientras la volvía a leer, sabiendo esa sensación final de vacío, me sorprendía la cantidad de cosas que pasan durante la novela. Violencia, relaciones prohibidas, venganzas… todo esto salpicando a una Andrea que recordaba bien, pero a quien no he vuelto a reencontrarme con cariño, sino con la frialdad que la caracteriza.

La historia se ambienta en Barcelona después de una Guerra Civil que ha causado estragos económica y socialmente. Pero no os esperéis una historia sobre la pobreza de Barcelona ocasionada por la guerra. Es más bien la historia de una adolescente que busca su lugar en el mundo y no lo encuentra. En la cita que he escogido podéis ver de qué palo está hecha Andrea: es una mera espectadora, que ni vive ni trabaja. Así durante cada una de las páginas del libro. (No sé vosotros, pero cuando a mí alguien me dice que no está hecho para trabajar, el pensamiento primero que me viene es «vago…».)

Digamos que Andrea es de una clase media que le permite ir a la Universidad y va a vivir sin dificultades con su familia de la calle Aribau, pasando hambre y miserias, vale, pero un poco porque ella no le sabe poner remedio. En la relectura he visto bastantes contrastes entre la pobreza real de este contexto histórico y la pobreza que nos describe Laforet: una persona pobre en la Barcelona de la postguerra no iba a la Universidad, no vivía en la calle Aribau, no tenía criada en su casa, y sobre todo, se buscaba las habichuelas, que decía mi abuela. Andrea es una adolescente que pasa por la vida sin pena ni gloria, que malgasta su jornal en detalles superfluos, cuando podría renunciar a él a cambio de un plato caliente de comida en su casa. Se comprende que prefiera disponer del dinero para gastarlo como a ella le apetezca, aunque sólo sea por pasar el menos tiempo posible con esa familia, pero no se entiende cómo de mal se lo administraba, pasando el hambre que describe.

Placa conmemorativa en la calle Aribau, 36 de Barcelona, donde nació Carmen Laforet

En realidad, la pobreza de Andrea va más encaminada a la pobreza de cariño. Andrea es huérfana y la familia que encuentra en la casa de la abuela poco tiene de amorosa. Es curioso cómo de todos los personajes de la casa sólo recordaba bien a su tía Angustias, la que menos tiempo está con Andrea, un personaje severo y con muy mal fondo pero que entre toda la galería de mala gente que hay en su familia casi pasa desapercibida al final. Bajo el mismo techo vive una abuela que idolatra a sus hijos varones sobre todas las cosas, y su tío Juan, un artista que paga sus frustraciones con su mujer Gloria y un hijo recién nacido de ambos. Y en el piso de arriba vive Román, hermano de Juan con más talento y bastante buscavidas. A éste lo recordaba vagamente, pero en esta relectura me ha resultado más desagradable si cabe que en mi época adolescente.

El ambiente gris de su casa lo quiere olvidar Andrea en la Universidad, donde estudia Letras, aunque de lo que aprenda allí no soltará ni media palabra. De lo único que habla Andrea de ese entorno es de la impresión que tenían todos de que era una chica bastante rara y de cómo su amistad con la chica popular Ena la salvó de ser una marginada (bueno, esto es más bien lo que extraje yo, probablemente no lo explica así…). El hecho es que Ena insiste en conocer a su familia pero Andrea intenta por todos los medios mantener distanciados ambos círculos sociales, hasta que llega un momento en el que es inevitable el encuentro.

A partir de aquí llega el drama: la soledad, sus primeros encuentros con chicos que resultan bastante decepcionantes para ella, quedadas con amigos bohemios que podían llegar a tener conversaciones divertidas pero que pasadas por el filtro de Andrea acaban siendo tristes… Es como si los momentos que pasa Andrea en el estudio de la calle Montcada se quedaran en NADA… No me extraña que no recordara esos momentos de mi primera lectura, pues aun siendo un tema que me llama la atención cuando acabas la novela es como si esa burbuja donde Andrea podía tomar aire antes de volver al ambiente asfixiante de su casa no hubiera existido. Sólo se queda con lo malo, al parecer, no hay despedidas ni emoción en su última visita al estudio y una vez más da la impresión de que allí tampoco encaja. (Por cierto, en este libro, hasta el más tonto pinta un cuadro…)

Carmen Laforet publicó ‘Nada’ a los 23 años.

Realmente lo que salva la novela (siempre desde mi punto de vista, que suele ser minoritaria: ¡a la mayoría de personas que la han leído les encanta, así que no me hagáis mucho caso!) es el estilo de Carmen Laforet tan natural para describir lugares, personas y sentimientos. Tiene una narración que fluye de tal manera que cuando te das cuenta ya llevas bastantes páginas leídas del tirón. Quizá por esa facilidad de lectura no se me fijaron demasiados detalles en la memoria, quién sabe… Por otro lado, me hace gracia que en la contraportada se destaque su sensible «recreación de una voz femenina», como si fuera un hombre o un extraterrestre… Pero vamos, que a mí me encanta la forma que tiene de escribir y lo único que me molesta es la superficialidad con la que a veces cerraba algunos temas.

Por ejemplo: malos tratos hay unos cuantos durante la novela, pero ¿cuántos moratones hemos visto? No creo que quede muy disimulada la cara de una mujer después de recibir un puñetazo. Es como si se quedaran sin repercusiones. La acción está muy bien descrita: los gritos, la violencia, todo nos convierte en testigos incómodos de esa situación, pero… ¿nos lo acabamos de creer cuando al día siguiente la mujer vuelve a los brazos del hombre sin que le duela una costilla? Ya sé que muchos diréis que sí, que es totalmente creíble, que hay muchos casos, por no decir la mayoría entonces, en los que las mujeres se resignaban a eso, pero no me refiero sólo al hecho de volver con él como si no hubiera pasado nada, sino a que es como si realmente no le pasara nada malo a la mujer tras recibir tantos golpes, ni una visita al médico, me parece tan extraño… Disculpad que insista, pero realmente había momentos en los que no entendía NADA.

VALORACIÓN  · · · · ·  3/5 ★★★✰✰

Aunque no me haya servido para modificar mis impresiones de adolescente, aunque haya habido bastantes temas que me han chirriado, aunque se quede con la misma puntuación que le di en GoodReads cuando hice el repaso de todo lo que recordaba haber leído en mi vida, la relectura no ha sido una mala experiencia tampoco. Me ha servido para fijar en mi memoria escenas concretas, algún personaje que no recordaba tan mezquino, y teniendo tan reciente Nubosidad variable, he podido ver guiños de Martín Gaite a Laforet con cierta frecuencia, además de la mención a su protagonista más obvia. El problema principal de la novela para mí es que Andrea cuenta las cosas sin despertar compasión, ira, alegría ni NADA. Sólo una profunda tristeza y un inmenso vacío, como el de una calle desierta…

Sonia López

Bonus track:

En esta ocasión tenemos unos extras muy jugosos en el Club Pickwick: documentales y reportajes sobre los rincones de Barcelona que aparecen en la historia y sobre la autora muy interesantes. No siempre tenemos la suerte de contar con una documentación tan extensa sobre la obra elegida, así que aprovechad y visitad su blog para empaparos de historia y literatura por igual. ;)

Por último, completaría la lista con este artículo en el que hacen una mirada crítica al documental de TVE «Carmen Laforet: la chica rara», «Carmen Laforet: una marioneta del feminismo», porque aunque no me atreva a suscribirlo, me parece interesante el enfoque de si se puede hablar de igualdad de género desde la burguesía o qué… Al final me dio tiempo a leer Tea Rooms (¡bien!) y con la conciencia de clase a flor de piel (aunque sigo sin ser marxista, no se asusten), y aunque sigo pensando que tiene mucho mérito el trabajo de Laforet, y más siendo tan joven, lo que comenta este artículo basado en la biografía firmada por Anna Caballé e Israel Rolón me daría una explicación de por qué tuve la sensación de no creerme las miserias que contaba…

9 comentarios en “Relectura: ‘Nada’ de Carmen Laforet”

  1. ¡Hola! Muy generosa me parece que has sido puntuando a esta novela. Según tus comentarios, le daría dos estrellas a lo sumo XDD
    Para mí este libro también fue lectura de instituto y por cierto, una de las más decepcionantes. Cuando acabó sólo pude pensar: «Es que no ha pasado nada!» Y menos mal que voy viendo opiniones como la mía, porque ya pensaba que era un bicho raro y que me estaba perdiendo algo bueno. Pero es que la historia era tan gris, tan negra, tan insulsa, … y la protagonista tan poco carismática que me era imposible empatizar con ella. Pero, tampoco te voy a engañar, no recuerdo nada de esta novela. Fíjate lo poco que me llegó XD
    Tras leer tu opinión, se me quitan las ganas de darle una segunda oportunidad. A veces, la primera impresión es la buena.
    ¡Besos!

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    1. Desde luego es un consuelo ver que no a todo el mundo le ha parecido una maravilla. Coincido en que al acabar me decepcionó mucho la primera vez, y con el tiempo también se quedó casi por completo en el olvido, pero creo que tampoco sería justo suspenderla… ;) No ha sido ningún suplicio leer la novela, en realidad. El comentario quizá ha quedado bastante negativo porque en las cosas buenas (ambientación, estilo, contexto histórico) ya se ha profundizado en muchos otros blogs y en el club, así que mi opinión viene viciada por el contraste. XD
      Por otro lado, tampoco he podido evitar compararla con ‘El guardián entre el centeno’, otro libro que también fue obligatorio en mi instituto, que releí hace poco y protagonizado por otro adolescente sin su lugar en el mundo, con el que en cambio conseguí empatizar más, y eso que también es un personaje complicado.
      Tu comentario me ha hecho pensar… Creo que de aquí poco publicaré un post para intentar explicar el porqué de mis puntuaciones… XD

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  2. No te puedo decir si estoy de acuerdo o no jejeje Lo leí hace años en Bachillerato y no recuerdo nada muy sustancial, solo que me gustó. Lo tengo que releer para poder participar del debate…Un beso, Alba

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      1. Jajaja… Pues, al menos en mi caso, no ha habido mucho cambio de impresión con el paso de los años, así que te recomendaría que releyeras cualquier otro libro que te haya marcado más, antes que este. XD

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  3. Evidentemente, yo también la tuve que leer en Bachillerato y recuerdo que lo que le dije a mi profesora de literatura es que esa novela estaba vacía, que no había NADA. Es lo único que recuerdo de la novela: una sensación gris y de vacío, de NADA.

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    1. Jajaja… A mí me dejó un regusto exactamente igual al acabarlo en el instituto. De hecho, me sorprendió en la relectura la cantidad de cosas que pasan en la novela. Supongo que al final parece que a la protagonista la dejan igual, y por eso te deja con ese vacío… ¡Una lástima! Pero en el club de lectura con el que lo leí, la novela gustó mucho, tiene que haber algo con lo que no conectamos. XD

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