Como muchos de vosotros ya sabréis, la lectura del pasado mes de marzo elegida por el Club Pickwick fue Nada, de Carmen Laforet. Yo me debatía en mi fuero interno entre releer este clásico de la literatura española de postguerra que me dejó bastante indiferente en el instituto o descubrir a la digna finalista de la votación del mes, Tea Rooms, de Luisa Carnés, una obra bastante desconocida publicada antes de la guerra y de la que desaparecieron todos sus ejemplares durante el Franquismo hasta el año pasado, que fue reeditada por Hoja de lata. Finalmente opté por la relectura, ya que en Nubosidad variable se habla de la protagonista, Andrea, y realmente me apetecía darle una segunda oportunidad… Aun así, mis conclusiones han sido bastante similares a las de mi primera lectura.
Unos seres nacen para vivir, otros para trabajar, otros para mirar la vida. Yo tenía un pequeño y ruin papel de espectadora. Imposible salirme de él. Imposible libertarme.