‘Nubosidad variable’ de Carmen Martín Gaite

Tenía muchas ganas de leer esta novela desde hace tiempo. Cuando leí Caperucita en Manhattan hará poco más de dos años, me quedé con la sensación de que tenía que leer alguna novela más adulta de Carmen Martín Gaite para poder valorarla en su justa medida. En el cuento se apreciaba su gran imaginación pero quería ver cómo construía las historias, y revisando sus novelas, el argumento de Nubosidad variable se ganó un hueco en mi estantería. Al haber leído hace poco El baile de las luciérnagas, recordé este otro título que explora la amistad entre dos mujeres y aquí os traigo mis impresiones.

Porque el humor, ya se sabe, está sometido a fluctuaciones imprevisibles, como elemento gaseoso que es y de índole caprichosa, igual que las nubes. Y de la misma manera que ni el pintor más experto logrará nunca captar los sucesivos dibujos de las nubes, tampoco podemos prever nosotros cuándo se nos va a hinchar tanto el alma como para invadir el espacio acotado de otra, y menos recordar al cabo del tiempo la causa fortuita de aquella colisión, los perfiles que adquirió o las burbujas en que se deshizo. Lo que sí pasa, cuando quieres mucho a alguien, es que barruntas sus nublados y a veces logras encoger los tuyos para que no entren en conflicto.

FICHA TÉCNICA

Nubosidad variable
Carmen Martín Gaite
Anagrama-Salvat, 2001.
Formato: Tapa dura.
334 páginas.
ISBN: 978-84-345-3474-6.

Sinopsis: «Dos amigas de la infancia se reencuentran después de mucho tiempo. Sus vidas han tomado rumbos distintos: Sofía se ha visto atrapada en una oscura existencia de esposa y madre de familia. Mariana ha logrado convertirse en una brillante psiquiatra de moda. A pesar de la distancia y el desencuentro provocado por los años, recuperan un territorio común, el de la confidencia y la memoria, mediante cartas que no llegan al correo y evocaciones a puerta cerrada. Y mientras se describen sus incertidumbres, por el aire van cruzando ráfagas de ensueño, recuerdos, indecisiones y deseos, porque Nubosidad variable pertenece a esa extraña categoría de novelas que combinan con sutil perfección el placer por la narración y la observación del alma humana.»

COMENTARIO

Carmen Martín Gaite (1925-2000)

Sofía Montalvo y Mariana León fueron amigas de juventud, pero el tiempo y determinadas circunstancias las fueron separando de manera que ahora, pasados unos 30 años, cualquiera diría que tienen que ser personas completamente diferentes. Al inicio de la novela es así, cada una lleva una vida que no pudiera ser más distinta de la otra, pero un encuentro fortuito en un cóctel, en la inauguración de una exposición, hace que ambas recuperen su juventud, sus recuerdos comunes, sus códigos… y retoman la relación a través de la escritura.

Sofía siempre tuvo cierta ansia por la literatura, pero al quedarse embarazada muy joven acabó centrando su vida en su marido y su familia. A Mariana en cambio, siempre con su cara de detective, le interesaba más lo que ocurría en las mientes de los demás, por lo que su vida girará en torno a su profesión, la psiquiatría, lo que derivará indirectamente en una vida sentimental bastante desastrosa. Cuando se encuentran, se enciende una chispa en cada una de ellas: Sofía se reencontrará con sus ganas de escribir gracias a los ánimos de Mariana, mientras que la psiquiatra se tomará un tiempo para reflexionar sobre su propia vida en lugar de preocuparse por la de los demás.

Carmen Martín Gaite tradujo esta edición de ‘Cumbres borrascosas’

Su encuentro accidental, les devolverá todo aquello que dejaron en pausa cuando dejaron de verse. Las lecturas que compartieron -con especial mención a Cumbres borrascosas-, algunas vivencias que se recordarán la una a la otra -«¿Te acuerdas…?»-, algunos pocos reproches, el uso de expresiones ingeniosas que una inventó y la otra utiliza como si fueran suyas -la liebre en el erial, los trozos de los espejos, las nubes que no pueden pintarse…-, son sólo algunos ejemplos de cómo Carmen Martín Gaite ha creado esta complicidad única entre dos personajes femeninos, y creo que es un libro para releer, porque entonces todas esas anécdotas y curiosidades las harán congeniar también con el lector.

Las cartas de Mariana y los escritos de Sofía tienen expresiones comunes pero hay momentos en los que se diferencian bastante entre ellas, teniendo las historias de Sofía más color que las de Mariana, aun estando las dos en momentos complicados de sus vidas. Los capítulos se van alternando entre una y otra, y he de reconocer que tenía predilección por Sofía, que es quien se deja llevar más por la vena literaria, mientras Mariana es más realista y tremenda en sus reflexiones. Aun así, el libro en su conjunto me ha maravillado, sobre todo por los dos capítulos finales que le dan sentido a toda la obra, en un momento en el que parece que todos los personajes van a la deriva sin ningún fin en concreto.

Nubosidad variable me parece uno de esos buenos ejemplos en los que los libros pueden no contar historias al uso con su inicio, desarrollo y desenlace, sino plasmar simplemente un trozo de vida. O en este caso, dos retales de vida que se superponen en determinados momentos muy hábilmente. Carmen Martín Gaite consiguió que pensara en Sofía y Mariana como personas reales, porque seguramente en estos personajes hay mucho de ella misma, como la afición de Sofía por hacer collages… Como estoy de vacaciones, me he permitido hacer uno como homenaje a esta obra que me ha dejado tantos buenos recuerdos, pero digitalmente (y pido disculpas por ello).

VALORACIÓN  · · · · ·  4/5 ★★★★✰

No me ha resultado un libro rápido ni fácil de leer, especialmente cuando Mariana entra en su espiral negativa, pero en general, al llegar al desenlace y viéndolo con perspectiva, me ha gustado mucho. Me lo pienso releer de aquí a unos años también con la calma y esta vez anotando a parte todas aquellas frases que me resultan maravillosas de la Gaite. Es de esos libros que dejan poso y no sé si estoy algo sensibilizada con el tema del género, pero creo que novelas como ésta que representan a mujeres interesantes y reales hay pocas.

Sonia López